El color de las estrellas
Enviada por Santiago Ezquerra Mazarico
Hace unos meses escuché : " Obesos Bebed Aceite Filtrado Ganareis Kilos Masivamente", para recordar la clasificación de las estrellas, por D. Jesús Máiz Apellániz. Pero ¿a qué corresponde cada inicial y que diferencias hay entre ellas?
Del mismo modo que las gotitas de agua suspendidas en la atmósfera terrestre desvelan, en forma de arco iris, el espectro de luz del Sol, los astrónomos emplean prismas para descomponer la luz de las estrellas en sus diferentes colores. Fue el físico alemán Joseph von Fraunhofer quien, a principios del siglo XIX, dio el paso definitivo en el análisis espectral al inventar el espectrógrafo, un instrumento que descompone la luz en colores de forma tan fina que se observa entrelazado con centenares de líneas negras -las líneas de Fraunhofer-, correspondientes a los elementos químicos que forman el objeto. Si bien al principio se pensó que el grosor de las líneas correspondientes a un determinado elemento indicaba una mayor presencia de éste en la estrella, más tarde se descubrió que las diferencias en las líneas se debían casi exclusivamente a variaciones de temperatura. Así se llegó a una importante conclusión: las estrellas, en general, presentan una composición muy similar -75% de hidrógeno, 25% de helio y algunas trazas de otros elementos- y podían clasificarse en función de la temperatura de su superficie.
La astrónoma Cecilia Payne se encargó de reorganizar la anterior clasificación, realizada en virtud de la errónea relación entre el grosor de las líneas y la abundancia de los elementos, y estableció una secuencia que los astrónomos saben de memoria: OBAFGKM. Esta lista se asocia también con el color de las estrellas, que no es sino el reflejo de su temperatura, aunque exagerando un poco el tono para identificarlas con los colores del espectro, o los colores del arco iris. De este modo, la O corresponde a las estrellas más calientes y al color violeta, la G a las de temperatura media y al color amarillo y la M a los astros más fríos y al color rojo. Por muy extraña que nos parezca esta secuencia, los astrónomos relacionan automáticamente la O con temperaturas de hasta 30.000 grados y la M con estrellas frías, cuya superficie no supera los 3.000 grados. El Sol, una estrella de tipo G, mantiene una temperatura de unos 6.000 grados.
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