Nuestros oyentes, pág. 21

De: "nomecano"Fecha: 14 de mayo de 2007 14:04:43 GMT+01:00Subject:SERENDIPIA Hola a todos. Aquí tenéis una cosa curiosa, que leí hace tiempo, y que habéis hecho que vuelva a mi cabeza. ES UN REGALO cito: EN AGOSTO DE 1610, Galileo envió un mensaje secreto al embajador toscano en Praga, Julián de Médicis. El texto, una incomprensible sec

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De: "nomecano"
Fecha: 14 de mayo de 2007 14:04:43 GMT+01:00
Subject: SERENDIPIA

Hola a todos.
Aquí tenéis una cosa curiosa, que leí hace tiempo, y que habéis hecho que vuelva a mi cabeza.
ES UN REGALO

cito:
EN AGOSTO DE 1610, Galileo envió un mensaje secreto al embajador toscano en Praga, Julián de Médicis. El texto, una incomprensible secuencia de treinta y siete letras (aunque de la 13 a la 17 se lea la palabra «poeta»), anagrama de la frase que anunciaba su último descubrimiento astronómico, era el siguiente:  SMAISMRMILMEPOETALEUMIBUNENUGTTAURIAS

Con este artificio, Galileo salvaguardaba la paternidad de su descubrimiento sin revelarlo abiertamente, cosa que no hizo hasta tres meses más tarde. El significado oculto de su mensaje era:  ALTISSIMUM PLANETAM TERGEMINUM OBSERVAVI (He observado el planeta más alto en triple forma)

El planeta más alto era Saturno (Urano, Neptuno y Plutón aún no habían sido descubiertos), y Galileo, a causa de la insuficiente potencia de su telescopio, había tomado los extremos de su anillo por un par de satélites. Mientras tanto, Kepler había intentado descifrar el anagrama y llegado a una solución que él mismo calificó de «bárbaro verso latino»: SALVE UMBISTINEUM GEMINATUM MARTIA PROLES (Salve, furiosos gemelos, prole de Marte)

Así, Kepler llegó a la conclusión de que Galileo había descubierto un par de satélites marcianos. Lo asombroso del caso es que, como hoy sabemos, Marte tiene, efectivamente, dos pequeñas lunas; pero ni Kepler ni Galileo podían tener la menor idea de su existencia, pues para distinguirlas habrían necesitado un telescopio muchísimo más potente que los de la época (de hecho, no fueron descubiertas hasta 1877). Y esto no es sino la mitad de la historia.

En diciembre de ese mismo año, Galileo envió otro anagrama a Julián de Médicis. Esta vez era una frase inteligible: HAEC IMMATURA A ME IAM FRUSTRA LEGUNTUROY. Un mes más tarde, Galileo reveló al embajador la solución del anagrama: CYNTHIAE FIGURAS AEMULATUR MATER AMORUM (La madre del amor emula las formas de Cynthia)

La mater amorum era, naturalmente, Venus, y Cynthia, la  Luna. Galileo había descubierto que el segundo planeta mostraba unas fases cíclicas análogas a las lunares (lo cual constituía una prueba de que giraba en torno al Sol). También en este caso había intentado Kepler descifrar el  anagrama, y otra vez había hallado una solución distinta: MACULA RUFA IN IOVE EST GYRATUR MATHEM, ETC. (En Júpiter hay una mancha roja que gira matemáticamente)

¡Y de nuevo la «falsa» solución de Kepler resultaba verdadera! En Júpiter hay, efectivamente, una gran mancha roja que gira de forma regular, «matemática», y que no sería descubierta hasta 1885 —casi tres siglos después—, cuando se perfeccionó el telescopio reflector de Newton.

¿Cómo explicar esta doble coincidencia? La probabilidad de que un anagrama de más de treinta letras admita por puro azar una segunda reordenación significativa, y que ese significado intruso se corresponda con un hecho real desconocido en el momento de redactar y descifrar el mensaje, es tan pequeña
que obliga a pensar en una explicación oculta. Y que ello ocurra dos veces seguidas roza lo milagroso."

extraído de:
Los jardines cifrados
CARLO FRABETTI
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